La respuesta es sencilla: ya desde el embarazo y durante el primer año de vida, pues los niños pueden presentar alto riesgo de caries aunque no tengan ningun diente en boca.
Y sí, hay que tratar los dientes de leche porque una caries puede afectar a los dientes futuros e incluso, puede repercutir en el crecimiento y desarrollo de los niños. Además, la falta de un diente de leche puede ocasionar malposiciones del resto de dientes, así como problemas de masticación y fonación.
Lo ideal es acudir al dentista antes de que exista el problema.